Hoy he llegado
antes de la hora a una de las casas de mis alumnos. Así que no me sorprendió
que nadie contestase al telefonillo cuando llamé por primera vez. Ya iba a
llamar de nuevo cuando se me acercó un chico de unos veinte años, de
aproximadamente un metro ochenta, moreno con barba y bigote frondosos, bien
recortados (igual que el pelo), con ojos grandes y negros. El chico se colocó
sobre la puerta de la entrada e intentó empujarla. Me retiré hacia un lado y,
desde luego, no volví a llamar al interno.
-
¿No
vas a abrir? – me dice
-
Es
que no tengo llave
-
¿No
vives aquí?
-
No –
le contesté.
-
Es
que yo soy el vecino del primero. He estado con esta señora que vive en el
segundo. Una señora mayor...
-
¿Una
señora mayor...?
-
Sí,
bueno, para mí es mayor... como de unos treinta y seis años. Tiene unos niños.
Me ha dicho que viniese corriendo a avisarte, porque hemos tenido que llevar a
la niña al hospital, que se nos ha puesto mala... Sí, me ha dicho: vete a
avisar a Luisa... porque, ¿tú te llamas Luisa, no?
Al pronunciar mi nombre, la historia comenzó a tener la veracidad de la que
antes carecía.
-
Pues
me ha dicho que vayas a comprar la medicina para la niña, que la necesita
urgentemente. Que vayas a comprarla a la farmacia.
-
Que
vaya yo a comprarla a la farmacia...??
-
Sí...
o puedo ir yo... pero cuesta veinte euros. Ella me ha dicho que me los dejes,
que luego te los devuelve.
Casualmente no
llevaba dinero encima. Algo que ha sido característica de la que suscribe desde
las épocas en que llevaba calcetines.
-
Bueno!
Yo tengo diez euros... si me dejas otros diez ya me llega.
-
Es
que no llevo dinero...
Entonces me
sugirió que fuese a buscar el dinero al banco. Más concretamente, mencionó la
entidad financiera con la que suelo trabajar y me instó a que fuese hasta allí.
Fue ese el momento en el que decidí que no me gustaba nada el tipo ese y me
marché a mi casa, subida en mi dos ruedas, que había aparcado en la calle
Blanquerna.
La madre de los
niños confirmó posteriormente la falsedad de la historia contada por el veinteañero.
Por supuesto, he ido hacer una visita a la comisaría.
Copyright Luisa Fernández Baladrón
Usted puede utilizar este enlace en su página, reenviar
este texto o distribuir el documento completo de forma GRATUITA y SIN
MODIFICARLO. No puede modificar, extraer o copiar este texto sin la autorización
de su autor.
No comments:
Post a Comment