Desde entonces, mi amigo no volvió a pasearse por el pueblo. Cosas del
mundo actual, que apenas deja tiempo libre. Pero las rebajas de enero obraron
el milagro de atraer a los antiguos alumnos a la capital. Y es así como, hace un
par de semanas, el compañero se encontró por la calle a una ex-alumna a la que
no veía desde entonces. La ex-alumna, visiblemente preocupada, le preguntó por
su salud.
Días más tarde coincidió en otro lugar con otra antigua estudiante. También
ésta le preguntó qué tal le iba con su enfermedad. Esta vez, sin embargo, mi
amigo recibió una aclaración más detallada. Al parecer, cuando se despidió de
la academia, la directora comunicó a todos sus alumnos que el profesor había tenido
que abandonar sus labores debido problemas psíquicos que le habían obligado a
volver a su tierra natal para recibir cuidados maternos.
La historia está llena de rumores sin fundamento. Y, si bien los famosos
están más expuestos a la calumnia, también los más humildes pueden acabar por
ser objeto de ella. Quién no conoce en nuestro país el crimen de Cuenca, en el
que Gregorio Valero y León Sánchez son injustamente acusados (y encarcelados)
por el asesinato de un pastor de ovejas. La verdad saldría finalmente a la luz
a primeros de 1926, cuando la presunta víctima (que estaba vivita y coleando)
envió una carta al párroco solicitando un certificado con el que poder contraer
matrimonio.
Mi amigo ha decidido presentarse en las próximas fiestas del pueblo
ataviado con sus mejores galas y acompañado de sus amigos más marchosos.
Copyright Luisa Fernández Baladrón
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