Hoy ha vuelto a salir el sol en Mallorca. Tras dos semanas de charcos, frío y lluvia. Al fin se ha terminado: da gusto ver este cielo de Palma.
El mal
tiempo comenzó hace unos días, coincidiendo con mi nueva situación
laboral. El suceso me dejó con un humor terrible, que hizo salir de
mis propias tinieblas a ese personaje que todos llevamos dentro: ese
al que los alemanes llaman nuestro “cerdo-perro” interior. Cuando
Cerdoperro sale de su guarida, sólo hay algo peor que no encontrar a
nadie que te aguante: tener que soportarse a uno mismo.
La
verdad es que una tiene un lado irreverente, porque entra desde el
primer día en cualquier oficina intentando convencer de que hay un
método mejor para cada cosa, ordenar lo que está en desorden, o
buscar la respuesta más correcta. Y los listillos molestan más que
un hijo loco con sarna.
Así
que los últimos días ha tocado hurgarse en la conciencia. Tanto,
que ha llovido más por dentro que por fuera. Y ya empezábamos a
pensar que no había remedio, cuando hemos tocado fondo. Pero, ¿de
verdad hay que callarse los errores para no hacerse el listo y dejar
que los encuentre la competencia? Sorry, no es mi estilo. Se siente.
Punto pelota.
Ahora
toca volver a ser autónomo, que es lo más coherente con el carácter
de la que suscribe.
En la
foto, en la excursión del domingo. Un grupo variado por origen,
cultura, edad y creencia, pero con un punto en común: son todos
fantásticos.
Copyright Luisa Fernández Baladrón
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