Hace tres años tuve la ocasión de
recordar algo que había ocurrido hacía más de diez. El suceso se había quedado
totalmente “traspapelado” en los confines de la memoria: fue una simple canción
la que sacó el hecho de nuevo a la luz. Era tan extraño, que decidí comentarlo
con una de las pocas personas que, según mi recuerdo, estaba presente.
Curiosamente, esta persona no se acordaba de nada. Pero, fíjate lo que son las
cosas, hace un par de días otro testigo corroboró los hechos. Nos habíamos
olvidado.
Llevamos unos años de corriente
positiva, de pensamiento puro y limpio, de mirar hacia otro lado cuando
observamos lo impertinente. Y de tanto repetir el mantra hemos duchado el
recuerdo.
Algo así debe estarle pasando a
la clase política y, por ende, a todos nosotros, ciudadanos de a pie y en edad
de votar. Sólo ésto explica que ahora se nos de por tontear con los
terroristas. Hasta el colmo de quitarle la ayuda a los más necesitados para
dársela a familias de revolucionarios.
Pellízcame para saber si estoy
despierta: condenan el terrorismo de Bélgica porque ha afectado a civiles. Pos
estamos de acuerdo y se agradessse la finessa Bernardo, como diría “Les
Luthiers”. Pero esas víctimas civiles que recuerdan mis sesos ¿son el producto
de otra creación autogénica?
La sociedad encanece: nos está
fallando la memoria.
A este paso sólo me falta ver
como Irene Villa les hace entrega del Nobel de la Paz.
Copyright Luisa Fernández Baladrón
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