Wednesday 15 October 2014

EL ABRAZO DE LA INDEPENDENCIA

Ya estoy sentada en mi apartamento, con las maletas y las cajas aun a medio deshacer. Mi dos ruedas aparcada en el portal, atada a la barandilla con uno de esos candados de cuatro kilos. Llevando, trayendo y con los restos de fibra óptica detras de la escoba, no sé si por superstición celta de no barrer por la noche o por simple “cansancius vulgaris”.

Por primera vez en mis jóvenes taitantos uso una línea ADSL en exclusiva. Meter la clave en el ordenador; cerrar la puerta de la entrada y dejar todas las demás abiertas; abrir la ventana de par en par, a mi antojo y sin cortinas: quien se moleste que no mire. Cortar la cebolla sobre una tabla nueva, con un cuchillo afilado y el ordenador a un lado; escuchar a los alemanes de Mallorca hablando por esa Insel Radio de eso que ellos llaman noticias; tomarse un té. Libre.

Ayer, antes de entrar a dar clase a los niños pequeños, uno de ellos se abrazó a mí de forma espontánea. Y allí fueron los demás: a imitar al primero. En unos segundos estaba rodeada de una pared de un metro de niños de seis a ocho años.

A la hora de la salida, el espontáneo no quería irse:

 -          Yo me lo paso bien aquí.

Me han regalado sus primeros dibujos. Esos en los que papá se escribe sin acento y daddy con una d.Y ahora los comparto con vosotros.
 







Copyright Luisa Fernández Baladrón

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