Thursday 2 October 2014

EL JUSTICIERO DE LA BICICLETA

Ayer iba con prisa. Cuando salía de la Plaza de España hacia las Avenidas, justo en ese único tramo de la calle San Miguel en el que está permitido que circulen las bicis, ese en el que hay una gasolinera, había un automóvil aparcado en doble fila diréctamente en la curva. El poco espacio restante se “sorteaba” entre los automóviles y bicicletas que bajaban hacia la Plaza de los Patines. No había sitio para los que querían acceder a la avenida.

Fijate por donde, justo enfrente se encontraba un amable policía municipal, sentado sobre su moto, uniformado y en actitud de servicio. Así que allá me fui: a pedirle al policía que hablase con el dueño para que retirase su vehículo.

- Khe? Khe lo desssaparkeee, quiereee? Señoraaa! Sólo es un coche en doble fila! No me tttt....... khe... llll ... kho...nessssss

Si en ese momento hubiese conducido mi bicicleta sobre la acera, el mismo policía me habría puesto una multa de cincuenta euros. Pero allí estaba el automóvil, aparcado en doble fila, obstaculizando el paso y con todo el atasco alrededor.

Me bajé de la bici y caminé durante un rato, con la bicicleta al lado y la sensación de impotencia pegada a la nuca. Qué bueno habría sido, en estos momentos, que uno esos super-héroes de TBO le hubiese recordado al agente la importancia de las normas que la policía ayuda a cumplir.

De repente me lo imaginé descendiendo a toda prisa del infinito, con su traje de ciclista y una capa amarilla, como si acabase de ganar el Tour de France; armado con una porra de papel maché pintada de amarillo, a juego con el maillot y con la capa. Xosé Troitiño, “ O Xusticiero de Lourizán”, más conocido como “El Justiciero de la Bicicleta”, propinando una colleja al agente del desorden con su arma de papel: con su “tío amarillo” (“der gelbe Onkel”) como diría un alemán.

  Zip! Zap! Toma, toma regalo por tu buen comportamiento! – dice el Justiciero. Y, de un sólo revés, envía al interfecto a la “silla de pensar”: esa que usan los profesores ingleses cuando quieren que un niño deje de hacer travesuras.

- ¿Te ha quedado claro por qué te hemos sentado en esa silla? ¿Si? ¿Te sientes preparado ahora para volver a sentarte con los demás?

Sentí un enorme e inmediato alivio al pensar en esa protección paternal. Así que, rápidamente, empecé a ampliar el elenco de situaciones: una señora a la que le acaban de robar el bolso; la viejecita a la que atropellan por la calle; el indeseable que se orina justo delante de tu portal; el jefe al que no aguantan ni en su casa. El paisano Troitiño puede con todo.

- Hustissiero de la bissikleta, hustissiero de la bissikleta! Axudenoooos, por favooooo!

Y así, sabiéndome protegida por el nuevo héroe de Mallorca, proseguí mi camino con la tranquilidad de quien confía en la justicia.



 
 
 
 
 
 
Copyright Luisa Fernández Baladrón

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