Wednesday 27 January 2016

AQUÍ HUELE A GATO



Va a resultar que no era tan imposible la sugerencia que Javier me hacía la semana pasada, cuando hablábamos del último móvil que me robaron en la calle Blanquerna, a principios de octubre. “O eres muy despistada” – decía Javier – “o hay alguien que va siguiéndote por ahí”.

Hoy he llegado antes de la hora a una de las casas de mis alumnos. Así que no me sorprendió que nadie contestase al telefonillo cuando llamé por primera vez. Ya iba a llamar de nuevo cuando se me acercó un chico de unos veinte años, de aproximadamente un metro ochenta, moreno con barba y bigote frondosos, bien recortados (igual que el pelo), con ojos grandes y negros. El chico se colocó sobre la puerta de la entrada e intentó empujarla. Me retiré hacia un lado y, desde luego, no volví a llamar al interno.

  • ¿No vas a abrir? – me dice
  • Es que no tengo llave
  • ¿No vives aquí?
  • No – le contesté.
  • Es que yo soy el vecino del primero. He estado con esta señora que vive en el segundo. Una señora mayor...
  • ¿Una señora mayor...?
  • Sí, bueno, para mí es mayor... como de unos treinta y seis años. Tiene unos niños. Me ha dicho que viniese corriendo a avisarte, porque hemos tenido que llevar a la niña al hospital, que se nos ha puesto mala... Sí, me ha dicho: vete a avisar a Luisa... porque, ¿tú te llamas Luisa, no?

Al pronunciar mi nombre, la historia comenzó a tener la veracidad de la que antes carecía.

  • Pues me ha dicho que vayas a comprar la medicina para la niña, que la necesita urgentemente. Que vayas a comprarla a la farmacia.
  • Que vaya yo a comprarla a la farmacia...??
  • Sí... o puedo ir yo... pero cuesta veinte euros. Ella me ha dicho que me los dejes, que luego te los devuelve.

Casualmente no llevaba dinero encima. Algo que ha sido característica de la que suscribe desde las épocas en que llevaba calcetines.

  • Bueno! Yo tengo diez euros... si me dejas otros diez ya me llega.
  • Es que no llevo dinero...
Entonces me sugirió que fuese a buscar el dinero al banco. Más concretamente, mencionó la entidad financiera con la que suelo trabajar y me instó a que fuese hasta allí. Fue ese el momento en el que decidí que no me gustaba nada el tipo ese y me marché a mi casa, subida en mi dos ruedas, que había aparcado en la calle Blanquerna.

La madre de los niños confirmó posteriormente la falsedad de la historia contada por el veinteañero. Por supuesto, he ido hacer una visita a la comisaría.





Copyright Luisa Fernández Baladrón

Usted puede utilizar este enlace en su página, reenviar este texto o distribuir el documento completo de forma GRATUITA y SIN MODIFICARLO. No puede modificar, extraer o copiar este texto sin la autorización de su autor



asesorfiscal, binissalem, binisalemhttp://www.fernandezbaladron.com
 

No comments:

Post a Comment