Hoy he tenido mi primer día de trabajo. Por fin algo serio y
a tiempo completo. Toda ilusionada con un trabajo en el que hace
falta hablar en otros idiomas y mucho más variado de lo que es
habitual que, además, tendré que desempeñar en Palma. Es todo un
lujo trabajar en la misma ciudad en la que se vive.
El caso es que, por ser el primer día, tenía que acercarme a la
central en Costa d’en Blanes para firmar el contrato y para recibir
formación. Dado que vendí mi coche antes de irme a Hamburgo, tuve
que valerme del autobús. Todo iba bien hasta la firma del contrato.
Fue entonces cuando la compañera que me había dado la documentación
me comentó que la formación la tendria en Port Adriano. Ups.
-
... Eeeees queee.... Yo no tengo coche.
-
Ah no? Y, cómo llegaste aquí?
-
... Pueeees eeeeen... eeen autobús.
-
Y no tienes carné?
-
Sí, claro, carné sí.
-
Bueno! Pues llévate un coche de aquí. Hay varios. Llévate uno verde.
Me dió un documento en el que firmaba haber recibido el vehículo y
me entregó una tarjeta rectangular de plástico negro. Me quedé
mirando la tarjeta con los ojos de un Paco Martínez Soria recién
llegado a la capital. Qué grande es esto.
-
... Y... La llave? Está dentro del coche?
-
(Con mirada de interrogación). Nnnnno: la llave es ésto.
-
Aaaaaah!... Y... Cómo funciona?
-
Muy sencillo: la metes aquí y le das al botón de “start”.
-
(Con interrogación interna, intentando que no se notase demasiado). Vale!
Me metí en el coche, adapté el asiento y los espejos, metí la
tarjeta y le dí al botón de “start”. Y empecé a buscar la
marcha atrás. Así no. Así tampoco. Así no, no. Así tampoco.
Finalmente, tragué dos veces y volví a la oficina.
-
Alguien me puede explicar cómo se mete la marcha atrás en este coche?
He vuelto a Palma conduciendo, más contenta que Óscar. Y, al
volver, he lavado el coche en un BP. Ya que han tenido el detalle,
vamos a cuidarlo bien.
Y, al aparcarlo, me he quedado mirándolo. Y hasta le he hecho una
foto, que no os enseño, porque no estoy autorizada para enseñar las
fotos de los niños pequeños. Y caminé hasta casa con la misma
sensación con la que bajaba 26 de marzo cuando tenía catorce:
feliz, feliz, feliz.
Copyright Luisa Fernández Baladrón
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