Wednesday 27 January 2016

EL TENTACULO DE PIEDNADZE


Desde el aciago día en que no preparé lo suficiente la clase de los pequeños, me persigue el constante reproche de la dirección. Primero fue el análisis en el aula; después un dictamen de folio y medio; luego el comentario en voz alta de que nunca antes se habían visto tantos aspectos negativos en un sólo profesor.

Ayer, cuando los niños aun no habían llegado y el ordenador estaba ya abierto, llegó el cuarto. Oí una voz que venía del pasillo. Un lento inglés con acento sin origen genuino, en el que tiemblan en exceso las silbantes.

  • Iiiiiiii - crujió la puerta - Louiiiiiiiiiizzzzze! Tu también dazzzzz clases de alemán, ¿verdad?

Por un momento pensé que había decidido proponerme algo nuevo.

  • Ya. Porque, a vezzzzezzz confundezzzz los dos idiomazzz. Probablemente estás cansada... canzzzzaaaaadaaaa. ¿Ezzzz
    tás dando muchas clases, verdad? Sí, sí, ya zzzze vé en tu cara. Tienes muuuuuy mal aspecto. Muuuuy mal aspecto. Deberrrríazzz rrrrrecapacitarrrrr. Sino, vas a afectar a tu zzzzalud.
Dos ojos fríos fijaron su mirada en la víctima, mientras el sonido de las eses intentaba adormecer la consciencia.

  • Eres feeeeeaaaa. Eres feeeeeeaaaa. Estás cansaaaada. Cansaaaada. Dueeeerme, dueeeeermeee... Jaaaa, ja, ja, ja! Jaaaa, ja, ja, ja!

Tras aquella cara anciana zurcida por el bisturí de un titubeante cirujano estético y aquellos brazos flácidos y colgantes, testigo de la verdadera edad de su propietario, la voz metálica del dios del dinero. Se acercó, caminando con un sonido estridente de los que causan horror entre los niños.

  • Iiiiiiiiiii – Maaaal azzzpectooooo. Tienes mal aspeeeecto.
Fue entonces cuando vi un tentáculo saliendo de su ojo derecho. No era el garfio del Doctor Octopus, sino el palpo de Piedniadze, a quien no gustan los viejos ni los feos. Piednieadze sólo come de la carne de jóvenes y niños, de la energía de los trabajadores esforzados y del aspecto de los más bellos. Él es quien causa las guerras en oriente próximo para poder vender las armas que fabrica y quien provoca los abortos en Ruanda para reunir el ácido hialurónico con el que desdibujar sus arrugas.

Lo veo acercarse e, instintivamente, doy pasos hacia atrás, hasta quedar atrapada entre Piedniadze y la pared. Horror, pavor, furor. No ha habido tiempo de ponerse a cubierto. Sigue avanzando y ya no hay espacio hacia el que huir. Pienso en los niños que ya entran en la escuela. Hay que prevenirlos; hay que buscar la ayuda de otros que estén dispuestos a prestarla. El corazón palpita a lo patata frita. El tiempo se acaba, pero aun seguimos aquí, dispuestos a seguir luchando. No te acerques. Ni un paso más.

Pero ya es demasiado tarde: Piedniadze ha dado el paso último y definitivo en un anticipo de la noche de Halloweeen.

-Justiciero de la bicicletaaaa! Justiciero de la bicicletaaa! Ayudanooooos, por favooooor!






Copyright Luisa Fernández Baladrón

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