Tras la instalación del ADSL tocaba comprarse un teléfono. Ayer, en
cuanto llegué a casa, empecé a hacer llamadas nacionales. Agenda en
mano, fui llamando a los que pude, hasta ese punto en que la hora
empieza a ser imprudente para llamar a una casa de bien. Como en
aquél anuncio de hace diez años, en el que un niño impertinente se
adueñaba del teléfono familiar:
-
Hola! Soy Edu. Feliz Navidad!
Son las cosas que tiene la tarifa plana. Ha sido una experiencia tipo
“vintage”, de esas que se llevan tanto ahora. Como meterse en un
baúl lleno de recuerdos. En ocasiones, con un poco de vergüenza.
“Te acuerdas...? Qué ha sido... desde aquella?”. He
redescubierto un montón de nombres que se habían quedado desde hace
tiempo olvidados en la libreta por falta de móvil y de Facebook. En
cualquier caso, me he dado cuenta de qué pocos cuentan ya con una
línea fija. Y de que muchos números ya no están en uso.
He comenzado a preparar la nevera para futuras visitas. Como una
abuela de los años setenta. A pensar en lo que le gusta a cada uno.
Y a tener algunas cosas que poder ofrecer a los amigos.
Mi objetivo, ahora, es el de conseguir nuevos alumnos: diez más
antes de fin de año. Vamos a por ellos. Comienza la cuenta atrás.
Copyright Luisa Fernández Baladrón
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