Saturday 16 January 2016

OTRA VEZ TREINTA




Dieciséis es un año mágico. La edad con la que alguna que otra chica ya se había puesto de largo y con la que algún amigo de la parroquia conducía una Vespa roja. El año con el que superaba cuarto de inglés y me presentaba, por primera vez, a mi primer examen-maratón de la escuela de idiomas, aquello que llamaban “reválida”, con traducción y fonética incluidos.

Un verano estupendo en el que nos había dado por ponernos una cuerda alrededor de la cabeza, emulando a una Bo Derek casi pasada de moda a la que ninguna se parecía demasiado. El tiempo en que mi amiga Alicia me invitó a ver cómo su padre dirigía a las gaviotas para que hiciesen piruetas en el aire, mostrándoles un trozo de pan desde la ventana de un sexto piso (¿...o era un séptimo?); el mismo en el que habíamos descubierto una habitación secreta en el Instituto Valle Inclán, siguiendo un pasillo, cuando alguien se había dejado la puerta abierta. Allí hacíamos ejercicio y estudiábamos o leíamos sin que nadie nos molestase. “The Mistery of the Spanish Chest”. El título se prestaba.

Pero lo mejor de esa época era la razón, el entusiasmo, la convicción de que todo se podía. Nuestros objetivos, nuestras metas, la ausencia de duda.

Treinta y cuatro años y un par de frunces más tarde me he encontrado con el mismo libro, en una colección anterior (“The Adventure of the Christmas Pudding”), un amigo me ha regalado “Juan Salvador Gaviota” y hasta voy a estrenar nuevo trabajo.

Vuelve la motivación: el lunes cumplo treinta y cinco.





Copyright Luisa Fernández Baladrón

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